Hace más tiempo del que me gustaría admitir, tras licenciarme trabajé como ayudante docente impartiendo clases de alemán a estudiantes universitarios. Además de permitirme ganar algo de dinero para financiar mis estudios, aquella experiencia me dejó una lección que me ha acompañado desde entonces: en muchas ocasiones, la mejor forma de aprender algo de verdad es intentar enseñárselo a otros.
Esa lección volvió a hacerse evidente recientemente durante el Tour de Mainframes de Illinois 2025, en el que participé junto a varios compañeros de LRS. El evento, organizado por la empresa de TI Team SWAMI con la colaboración de un ponente experto de IBM, se celebró a lo largo de cuatro jornadas en distintos campus universitarios. Más de 350 asistentes —entre los que me incluyo— pudimos conocer de primera mano las capacidades del hardware de mainframe más reciente de IBM, incluyendo cifrado de nueva generación y la potencia necesaria para soportar entornos de computación en la nube. ¿Mainframes y cloud? Interesante combinación…
Tras las presentaciones, repletas de datos técnicos, muchos estudiantes se acercaron a conversar con LRS y con otros proveedores de tecnología. Respondimos a numerosas preguntas sobre cómo funcionan los mainframes y qué distingue al entorno IBM Z de otras plataformas. Al explicarlo, me descubrí recurriendo a los mismos conceptos que me ayudaron a comprender los mainframes cuando asistí a mi primera clase de FORTRAN en los años 80.
A diferencia de los ordenadores personales con los que crecí, un sistema mainframe no está diseñado para ofrecer recursos dedicados a cada usuario de forma individual. En su lugar, el usuario trabaja desde un terminal relativamente «simple», conectado a través de la red a un sistema central extremadamente potente. Los recursos de ese sistema se comparten entre numerosos usuarios y aplicaciones que operan de forma simultánea.
Desde que escuché por primera vez el concepto de computación en la nube, siempre lo he entendido de una forma muy similar. «La nube» es, en esencia, un recurso informático muy potente al que se accede de manera remota mediante dispositivos finales tan sencillos como un teléfono móvil, un Chromebook, un cliente ligero u otro tipo de endpoint. El resultado de ese procesamiento centralizado se devuelve al usuario para ser visualizado, impreso o utilizado dentro de un proceso de negocio.
Uno de mis compañeros expertos de LRS, Sam Cohen, lo explicaba recientemente:
“La Nube es el ordenador de otra persona. Eso es lo que ha sido siempre: en los años 50, en los años 70, en todo ese tiempo. Te sentabas en una terminal, es decir, en una estación de trabajo o interfaz de usuario, que es el ordenador de otra persona. Tu departamento de TI, tus operaciones centrales, quizás las de tu empresa, incluso puede que tu escuela tuviera una máquina central… Pero, siempre era el ordenador de otra persona”.
Sam estaba describiendo el mainframe del pasado. Y la nube del futuro. Y el pasado, presente y futuro de la informática empresarial. En cierto modo, todo lo que una generación más familiarizada con los ordenadores y las granjas de servidores comprende fácilmente. Utilizando la analogía del transporte, Sam comparó un PC con un automóvil: “El problema con estas máquinas (ordenadores) es parecido a tener un vehículo. Tienes que cuidarlas… procuras que el vehículo no se averíe llevándolo a revisiones rutinarias, pero si no tuvieras automóvil, no necesitarías las revisiones. Por lo tanto, cuando se trata de la máquina de otra persona, te puedes ahorrar multitud de problemas”.
Quizás esta analogía explique el reciente interés en la migración de aplicaciones e infraestructura informática a la nube. Al trasladar el procesamiento a “la máquina de otra persona”, las empresas pueden eliminar muchos de los gastos relacionados con servidores físicos, redes, equilibradores de carga y administradores necesarios para implementarlos y gestionarlos. En su lugar, las empresas pueden negociar contratos que solo cubran los recursos informáticos requeridos para apoyar procesos críticos de negocios, y dejar que sean otros quienes se preocupen de proporcionarlos.
Aunque los entornos informáticos on-premise y con base en la nube tienen ventajas y desventajas, una cosa está clara: ambos están aquí para quedarse. Al igual que las aplicaciones servidor cliente y el hardware de sistemas abiertos no eliminaron el mainframe, la tendencia hacia la informática en la nube no hará desaparecer los centros de datos corporativos. Asimismo, puesto que las aplicaciones aún deberán ejecutarse en todos estos entornos, el software de gestión de output de LRS continuará manteniendo un planteamiento “inclusivo”.
En las próximas semanas compartiremos más información sobre nuestras soluciones cloud, que ofrecen el mismo nivel de control, fiabilidad, seguridad y garantía de entrega de documentos que nuestras soluciones tradicionales para sistemas abiertos y mainframe.
Lo que no ha cambiado —ni cambiará— es nuestra misión: ayudar a las organizaciones a entregar documentos en cualquier formato, desde cualquier aplicación y hacia cualquier plataforma —desde el mainframe hasta el entorno móvil o cloud— de forma fiable, segura y totalmente auditable.